Comer mal, el sobrepeso y la obesidad. Una propuesta
René Loyo Cardenas
En México en los diferentes estratos sociales se ha incrementado el número de personas que
padecen sobrepeso y obesidad. Si la obesidad esta asociada causalmente con la
pérdida de salud ya que es un factor de riesgo para el desarrollo de diabetes
tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemias, enfermedades cardiovasculares
(especialmente la cardiopatía inquémica y los infartos cerebrales),
enfermedades osteoarticular, ciertos tipos de cáncer como el de mama, próstata
y colon y apnea de sueño, entre otras enfermedades (Ver obesidad y sobrepeso[i]).
El panorama no es nada halagador, si también sumamos
el informe emitido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que
señala que la mala alimentación de las personas que laboran causa una merma de
hasta 20 por ciento en la productividad de las empresas y además pierden la
capacidad de concentración.
El Instituto Mexicano de la Competitividad calcula
que a diario en México se pierde prácticamente un millón 95 mil horas laborales
por ausentismo relacionado con la diabetes tipo 2. “Esto tiene un equivalente a
400 millones de horas de trabajo que se traducen en 185 mil empleos de tiempo
completo y un costo de 85 mil millones de pesos”[ii]
En busca
de la fibra
El panorama social en México es deprimente ante la
pandemia del sobrepeso y la obesidad. Es necesario implementar otros trabajos
desde la perspectiva de la sociedad civil, en el marco de los programas No
convencionales y la puesta en marcha de un suplemento alimenticio a base de
fibras. Vamos por partes.
La Organización Mundial de la Salud establece 25
gramos la cantidad mínima de fibra que cada persona debe consumir a diario.
Los alimentos ricos en fibra ayudan al correcto funcionamiento del organismo,
mejora la hidratación, regula el transito intestinal o quemar el exceso de
grasas. Además esta recomendado en aquellas personas que realizan algún tipo de
dieta porque prolongan la sensación de saciedad.
Hay que tener en cuenta que la
fibra debe ser siempre un complemento alimenticio porque no es un
nutriente, ya que no participa directamente en los procesos metabólicos básicos
del organismo, pero su importancia reside en que desempeña unas funciones
fisiológicas sumamente importantes para nuestro cuerpo.
¿Qué es la fibra alimentaria?
La fibra alimentaria está formada por partes
comestibles de plantas que nuestro intestino delgado es incapaz de digerir o
absorber y que llegan intactas al intestino grueso.
Tipos de fibra alimentaria
A menudo, la fibra alimentaria se clasifica según
su solubilidad, en fibra soluble o insoluble. Ambos tipos de fibra se encuentran
en distintas proporciones en los alimentos que contienen fibra. La avena, la
cebada, el nopal, las frutas, las verduras y las legumbres son buenas fuentes
de fibra soluble. Los cereales integrales y el pan integral son fuentes ricas
en fibra insoluble.
La fibra alimentaria y la salud
La fibra alimentaria ingerida avanza por el
intestino grueso, donde es fermentada parcial o totalmente por las bacterias
intestinales. Durante el proceso de fermentación, se forman diversos
subproductos, ácidos grasos de cadena corta y gases. Los efectos beneficiosos
para la salud de la fibra alimentaria se derivan de la acción combinada del
proceso de fermentación y de los subproductos resultantes.
Los principales efectos
fisiológicos atribuidos a la fibra alimentaria afectan a:
•la función intestinal
La fibra alimentaria, especialmente la fibra insoluble, ayuda a prevenir el estreñimiento al incrementar el peso de las heces y a reducir la duración del tránsito intestinal. Este efecto es aun mayor si el consumo de fibra se acompaña de un aumento de la ingesta de agua.
Los ácidos grasos de cadena corta, producidos cuando la fibra fermenta por la acción de las bacterias intestinales, son una fuente importante de energía para las células del colon y pueden inhibir el crecimiento y la proliferación de células cancerígenas en el intestino.
Al mejorar la función intestinal, la fibra alimentaria puede reducir el riesgo de enfermedades y trastornos, tales como la enfermedad diverticular o las hemorroides y puede tener un efecto protector frente al cáncer de colon.
•Los niveles de la glucosa en la sangre
La fibra soluble puede ralentizar
la digestión y la absorción de hidratos de carbono y, por consiguiente, reducir
la subida de la glucosa en la sangre que se produce después de comer (postpandrial)
y la respuesta insulínica. Esto puede contribuir a que las personas diabéticas
tengan un mejor control de la glucemia.
•El colesterol sanguíneo
Los resultados de varios estudios epidemiológicos
revelan otra función de la fibra alimentaria en la prevención de la enfermedad
cardiaca coronaria (ECC), la de mejorar los perfiles de lípidos en la sangre.
Los ensayos clínicos confirman los resultados de dichos estudios. La fibra de
consistencia viscosa, como la pectina, el salvado de arroz o el de avena,
reducen el colesterol sérico total y el nivel de colesterol LDL (de
lipoproteína de baja densidad o colesterol malo). Entre tanto, las
investigaciones siguen demostrando que una dieta con un elevado contenido de
fibra alimentaria de origen mixto también protege contra la ECC.
• Otros efectos
Aunque la prevención del estreñimiento, la mejora
de los niveles de glucosa en sangre y los perfiles de lípidos en la sangre son
los principales efectos beneficiosos derivados de una dieta rica en fibra
alimentaria, no hay que olvidar otras consecuencias positivas. Por ejemplo,
dado que la fibra aumenta el volumen de la dieta sin añadir calorías, puede
tener un efecto saciante y ayudar así a controlar el peso.
Para beneficiarse de todos los efectos de la fibra
es importante variar las fuentes de fibra en la dieta. Las dietas con frutas,
verduras, lentejas o alubias y cereales integrales no sólo proporcionan fibra
alimentaria, sino que aportan además otros nutrientes y componentes
alimentarios fundamentales para una salud óptima.