En México durante y después de la pandemia la situación laboral para aquellos cuyas edades van de los 40, 50 o más se volvió un nudo ciego complicado de destrabar. Sin duda toda una generación compuesta de hombres y mujeres que parecía haber vivido ya todo: tiempo de terremotos, solidaridad, los abusos del Fobaproa, zapatistas, caída del Pri gobierno y una larga lista de etc, etc., se sumaba a esa intermitente manera de sobrevivir y deambular para encontrar un trabajo digno. Debajo de ese dejo de tristeza de cada cual había espacio para esos destellos que provoca la esperanza, esperando que cada lunes fuera diferente, como el poema de Eliseo Diego que dice que “la eternidad por fin comienza un lunes” y ese lunes que no aparece y en medio de esta pobreza que ignora las costumbres de la vida surge acompañada con otro nombre …
Un osado empresario de origen mexicano que radica en los Estados Unidos viene a la ciudad de México en busca de personal mexicano para la apertura de un proyecto restaurantero en la ciudad de Tennessee, es allí donde conocemos al Rudy, un hombre alto, delgado, fuerte que es fácil deducir que en sus años acumula la riqueza de una memoria tan rica como un buen café por la mañana y en su conversación muestra el gusto de viajar para renovar los propósitos que presenta la vida.
Próxima estación: Esperanza
La cita es en un conocido restaurante en las inmediaciones de la colonia Condesa de la ciudad de México, los dueños del proyecto americano buscan conocer físicamente a su contraparte que son los trabajadores de cocina mexicana seleccionados. Se comparten el pan y la sal, también las carnitas de puerco, la barbacoa de chivo, el arroz mexicano, las chalupas, las tortillas, los frijoles y muchas cosas más. No se trata de una extensa convocatoria, es una reunión previamente programada y acotada para conocer a solo cuatro personas que desean viajar y trabajar en otro país. De manera afable se describen los alcances que se pretenden en este proyecto, por lo tanto, hay que viajar a los Estados Unidos de América.
Para llegar Rudy a USA, viaja como lo hacen cientos de miles que cruzan la frontera a pie buscando burlar cada uno de los obstáculos que se presentan en un sitio no conocido, peligroso, por lo inhóspito del terreno y del que muchos nunca vuelven a ver. En esa larga travesía Rudy es detenido y deportado, y este evento se repite ocho veces más, tiempo suficiente para conocer a otros compañeros de viaje que a pesar de venir de diferentes países, son las víctimas que huyen de la corrupción, la violencia, la persecución y la venganza. Estos personeros son los nuevos inquilinos que buscan residenciarse en los Estados Unidos de América.
Un día lunes por fin Rudy logra pasar las herméticas aduanas fronterizas, al siguiente día de su llegada se presenta en su nuevo trabajo para realizar aquello que soliciten desde el restaurante americano. Su habilidad para hablar inglés le permite realizar otras tareas en la cocina.
Esperando la última ola
Durante cerca de tres años el Rudy trabaja intensas jornadas de 12 horas, no hay vacaciones y tiene prohibido enfermar. Su salario se divide en el pago de su llegada y en la ayuda a su familia. Para muchos de los jóvenes que viven con él lo consideran un referente importante: ejemplo de lucha y tesón. Una vez a la semana se reúne con un grupo de amigos para conocer y degustar diferentes propuestas gastronómicas. Son inevitables las conversaciones de lo que sucede en México con la llamada del Segundo Piso de la 4T, le emociona, lo que hace AMLO y hoy la Presidenta Claudia. Hablan de un país diferente al que dejaron, gozan sus logros y rien y repiten en coro que “tonto es quien cree que el pueblo es tonto”.
La Presidenta Claudia anunció acciones concretas para la población migrante a través de una estrategia integral para garantizar programas sociales y empleo a los mexicanos que regresen. El Rudy ya está en México y recorre aquellas instancias gubernamentales prometidas como es la clínica del Seguro Social número 58 y 72 para afiliarse en su calidad de repatriado, sin ningún resultado positivo. Se ha trasladado a la oficina de coordinación de enlace internacional Migrantes emprendedores y le han informado que no hay presupuesto para este programa. En NAFINSA con una rudeza innecesaria. Le dicen que la palabra migrante es para las personas que no tienen arraigo en ningún lugar y por lo tanto, no tienen un historial crediticio y nunca son fiables para algún tipo de financiamiento. Con este panorama de resultados pesimistas un amigo le sugiere buscar por otro lado, “como cual?” pregunta y le responde: “Díselo a Claudia”, así que esta historia continua.
Imagen: Se trata de una pintura a lápiz del artista americano E.E. Cummingsen en un conocido hotel en Nueva York Cafe Brevoort un lugar de encuentro popular de artistas y escritores.