martes, 26 de junio de 2012

La infaltable barbacoa

Chef  René Loyo Cárdenas



“Aquel hacer del suelo barbacoa,
Aquel tomar tortilla y embocarla,
Aquel cubrir de salsa y abrazarla,
Aquel morder y oler en santa loa”
Alonso Ruvalcaba.
Apuntes para el receso.

Cuautla Morelos. Jueves por la tarde, Juan Manuel, ha llegado a su casa-cocina y  se dispone a bajar de su camioneta más de una docena de animales vivos (chivos), a los que coloca en su amplio patio, como tantas tardes, tantos días, tantos años, para preparar, esa receta que su padre le enseñó, y que a su vez, éste último  muestra el orgullo que la aprendió en sus  mocedades. Leticia se llama su joven esposa, quien cuida que cada uno de los lugares donde trabajará Juan Manuel, se muestre sumamente limpio, además prepara los aderezos: una salsa verde con aguacate, cilantro, cebolla blanca, chiles serranos y demás enseres. La otra es una salsa de color rojo oxidante en base a chile pasilla, chile guajillo, cebolla, ajo y otras especias. Lavar bien el cilantro, los limones, la cebolla, que deberá estar lista para al siguiente día, que será el acompañante de la carne cuando sea ofrecida en cada uno de los tianguis  itinerantes correspondiente.

Jair es un joven adolescente nacido en las inmediaciones del estado de Guerrero, que colinda con el estado de Morelos. Como tantos jóvenes ha salido de su lugar de origen en busca de trabajo, en tanto junta dinero para probar suerte en algún lugar de los Estados Unidos. Aquí viene aprendiendo el oficio de cocinar la barbacoa esa receta que no se escribe, no se encuentra en las bibliotecas y que se trasmite como toda una tradición de manera oral, a los más cercanos, a los que en un futuro, mostrarán las aptitudes para cocinar y hacer del mismo su centro de trabajo. Mientras se prepara, y asiste, le toca el lavado de las hierbas como son las hojas de aguacate, las de olor, lavar el arroz, el garbanzo y sobre todo saber aliñar la carne del chivo en el que las partes que lo conforman facilita contar con una barbacoa insuperable.

Historia
Cuando los españoles llegan a América, conocieron en los pueblos originarios del centro y norte de México esta técnica de cocinar la carne. Los indígenas hasta ese momento no conocían, las vacas, las cabras, los borregos y los cerdos. Pero no tuvieron ningún problema para experimentar aquellos productos que llegaron de Europa y cocinarlos de acuerdo a sus saberes. La fusión de la comida indígena y española da como resultado, entre otros muchos platillos el de la barbacoa. Por eso afirmamos que la barbacoa pertenece a México y su  diversidad de regiones que la hacen única. No existe un platillo igual.

De acuerdo al diccionario de la Lengua de la Real Academia Francesa, en 1762, define a la barbacoa como “ese lugar donde los salvajes hacen ahumar sus viandas. Llámese también la reja de madera sobre la cual las ahúman y las secan”.

Alonso Ruvalcaba afirma que Reginaldo Lizárraga (1569), en La descripción de las Indias, escribe acerca de la barbacoa: “en estas  sabanas hay muchas casa o barbacoas, por mejor decir, puestas, en cuatro cañas de las grandes, en cuadro, tan gruesas como un muslo y muy altas, hincadas en el suelo; tienen su escalera angosta, por donde suben a la barbacoa o cañizo, donde tienen su cama y un toldillo para guarecerse de los mosquitos; aquí duermen por miedo de los tigres”.

El mismo autor agrega que en la Jornada de Omagua y Dorado, del siglo XVI: “Hallamos en este pueblo maíz y cacabi y pescado asado en barbacoa y se tomaba mucho con anzuelos. Los indios vinieron a rescatar con nosotros. Son desnudos… ” En relación del descubrimiento del río Apure se lee un uso más excéntrico de la barbacoa: “El llorar al difunto dura cuatro o cinco días, y cuando el cuerpo va corrompiéndose, hacen un hoyo afuera de sepultura, y sobre él, una barbacoa: el hoyo o sepultura hacen un fuego lento, y en la barbacoa ponen sentado al muerto…”[1].  

Marco Buenrostro y Cristina Barrios[2], escriben que en el siglo XIX, fueron famosos los tacos de cabeza de borrego. “La cabeza se llevaba en un horno portátil que cargaban dos hombres en angarillas. Fueron descritos por numerosos viajeros y representadas por pintores y grabadores; luego por fotógrafos como Antioco Cruces y Luis Campa. Era tradicional el pregón cabeeezas de horno o cabeeezas calientes. Las cabezas se suelen vender en los mismos puestos en que se expande la barbacoa”.

En México, en la parte del estado de Hidalgo, Ozumba, Tlaxcala, Querétaro y Morelos, cocinar la barbacoa se realiza a través de la técnica precolombina. Para elaborarla es necesario un horno al interior de la tierra que debe ser recubierto con pencas de maguey.

La carne de chivo, oveja, o res es enterrada en pencas de maguey dentro de un hoyo hecho en la tierra y  puesto a su más alta temperatura. El estómago del chivo o del borrego se rellena con las vísceras que han sido sazonadas en finas hierbas, especias y chiles diversos. El método de cocción es totalmente prehispánico, las pencas de maguey se pasarán por la lumbre a fin que permitan mejor su manipulación, y se recubra el total del horno.

En la parte baja del horno se encuentra un recipiente con garbanzos, arroz y especias que sirven para captar el jugo que la carne despide durante su cocimiento y que llamamos consomé. El tiempo de duración: más de 12 horas a temperatura constante.

Un día de trabajo
Desde la tarde del viernes y hasta las cinco de la mañana del sábado la barbacoa se encuentra cocinándose al fondo del horno que envuelto en las pencas del maguey llevan a cabo un verdadero  festín culinario. Cerca de la una de la mañana Juan Manuel revisa la cocción y la cantidad de sal. El cocimiento de su barbacoa debe ser perfecto: el producto final debe ser de sazón único: la carne sumamente tierna, aromática en hierbas. Nunca seca y tampoco permite un mal cocimiento. El consomé,  intenso de sabor, es el  concentrado que ha salido del jugo de la carne, con las especias, las hierbas aromáticas, el arroz y el garbanzo, listo para su consumo.

A las siete de la mañana el puesto está listo y comienzan a llegar los primeros comensales. Son los trasnochados de una larga noche del viernes que se niegan a dormir sin antes poder llevarse un taco a la boca.

Estos glotones de la mañana son los sibaritas que dan el punto de arranque de lo que sucederá durante una jornada de trabajo. Se dice que un buen almuerzo debe comenzar con algo caldoso y para ellos el consomé puesto en el mexicanísimo plato de barro, con sus guarniciones de cebolla, cilantro, limones, salsas y por supuesto las insustituibles tortillas hechas a mano.

Comienza el festín
Juan Manuel sabe lo que ha hecho, y antes de que el comensal pida, le obsequia la prueba: un taco con esa barbacoa que se encuentra enlazada de las pencas del maguey. Es la barbacoa insuperable que ha pasado la prueba de los dioses, la que nadie puede negarse a seguir comiendo. No importa el tiempo, si hace calor o llueve en demasía, familiares y amigos la comen al aire libre. Mientras llega el platillo se comparten unos aperitivos, para algunos un tequila, otros el mezcal, tal vez una cerveza, y por supuesto hay quienes consideran que el mejor maridaje debe ser con el pulque. La barbacoa que es puesta en la mesa poco a poco comienza a terminarse.

El aroma del maguey le da un toque único a esta carne que va abriendo el apetito de los otros comensales que esperan su turno. Ahora el trabajo de Juan Manuel consistirá que esta no se seque, no se enfríe ni se queme que mantenga su sabor y la jugosidad.

Y en este festín vemos que hay quienes prefieren la costilla, otros la espaldilla, tal vez la cabeza y existen los que prefieren surtida acompañados de panza. A esta hora quizá lo más recomendable es no hablar, pinchar con un tenedor ese trozo de carne que en una tortilla, debe ser  acompañado de cebolla, cilantro, salsa y un poco de sal, que en un giro de cerca de los 45 grados, se debe morder  con tal sabrosura que su sabor debe quedar estacionado para siempre en la boca, en la mente, tal como los dioses iluminaron a nuestros sabios cocineros prehispánicos y que hoy en manos de Juan Manuel nos permite encontrar ese sabor de nuestra infaltable barbacoa de todos los días y a todas horas y en cualquier día de la semana. Buen provecho!


Bibliografía
Alonso Ruvalcaba. Apuntes para el receso. La jornada.
Marco Buenrostro y Cristina Barros. Itacate. Acá los Tacos. La jornada.
Una barbacoa insuperable. Agencia EFE. Periódico La crónica hoy. 2006.
José Antonio Naciff Roldán. Lo que corre y vuela…a la cazuela de los Hñahñú. La crónica hoy. 2008.


Agradezco enormemente a Juan Manuel y su esposa Leticia, la oportunidad de poder conocer de cerca el laborioso y complejo proceso para hacer la barbacoa.

 Imagen: Google


(1) Alonso Ruvalcaba
(2) Itacate


1 comentario:

  1. he tenido la oportunidad de toparme con su blog, y lo que en principio pensé sería un corto paseo, me sorprendo dándome cuenta de que ha sido una larga y placentera caminata. Tiene usted el don envidiable de enganchar con sus palabras, y no era menester irme de aquí sin decírselo y agradecérselo. Ha sido un placer y volveré.
    Reciba, pues, un muy cordial saludo desde Sevilla, España. Y no deje de escribir con el señoróa conque lo hace.

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